El fútbol femenino en Costa Rica (1924-2015): Elaborado por Chester Urbina Gaitán
El deporte moderno ha sido poco estudiado por las ciencias sociales, su importancia historiográfica radica en el hecho de que permite un acercamiento a los ámbitos de la sociabilidad, de las conductas de los colectivos humanos y de la simbología. El mundo deportivo es un mundo con redes complejas, poco exploradas, por lo que es necesario comprender la manera como las asociaciones deportivas se van formando, en las prácticas características de cada clase social. Aparte de la cuestión social y conductual, existe el aspecto simbólico, donde el deporte contribuye a la formación de una identidad de un determinado grupo humano, lo que lo convierte en un área de investigación poco estudiada por la historia cultural. Asimismo, en muchos casos el deporte ha contribuido en la conformación de las identidades nacionales (Falco, 1998).
A partir de finales de la década de 1970 y durante los años ochenta surgen en el ámbito historiográfico los estudios relativos a la historia de las mujeres en el deporte. Refiriéndose estos a la participación femenina durante el período que media entre las dos guerras mundiales (Leigh y Thérèse, 1977) y en los Juegos Olímpicos (Pfister, 1981). Es así como surge un tipo de historia del deporte que plantea como su objetivo fundamental la relación entre deporte y género (Hargreaves, 1985) donde sobresale Jennifer Hargreaves con su planteamiento teórico sobre como el deporte influye en la elaboración de la identidad de género (Hargreaves, 1986 y Hargreaves, 1994).
En la década de los noventa Allen Guttmann, realiza un estudio condensado sobre la práctica femenina del deporte (Guttmann, 1991). La historia del deporte femenino francés quedó plasmada en los trabajos de Pierre Arnaud y Thierry Terret (Arnaud y Terret, 1996). Para el 2000 Jennifer Hargreaves, se concentra en precisar la metodología de los estudios históricos de género y deporte, como el uso de historia oral, la clasificación de la mujer deportista de acuerdo a su clase, etnia, religión, orientación sexual y cultura, en general, esta autora expone como la práctica deportiva le permite a las mujeres reconocer su diferencia e identidad (Hargreaves, 2000).
Costa Rica a partir de su vinculación económica con el mercado mundial ― hecho logrado a mediados del siglo XIX a través del café ―, comenzó a experimentar cambios en el ritmo de vida de sus principales ciudades y puertos con la introducción de valores capitalistas. A fines del siglo XIX, las principales urbes del país vieron nacer a los sectores de clase media. Su aparición se hizo visible debido a que las ciudades mostraron un aumento en las actividades comerciales, manufactureras y profesionales y, en general, una mayor especialización y división de trabajo en la economía urbana. La burguesía nacional pasaba sus ratos de ocio en lugares de San José como el Parque Morazán, la calle de la Estación al Ferrocarril al Atlántico, el Parque Central y La Sabana (Pacheco, 1905).
El origen del deporte femenino costarricense se ubica dentro de un contexto general de diversiones, cuya práctica social excluyente hizo que se creara una división marcada con respecto a los sectores que las ejecutan. Las primeras mujeres deportistas nacionales aprendieron el deporte a través de la educación secundaria ― en el Colegio Superior de Señoritas ― en espectáculos circenses, o por medio de sus relaciones socio-afectivas con miembros masculinos de la burguesía nacional y de las principales colonias extranjeras radicadas en el país. Las mujeres nacionales ― principalmente las del Valle Central ― recurrían en sus ratos de ocio a actividades como los bailes, los conciertos, las visitas al teatro y al cine (Apuy, 1995). Con respecto a la participación de las mujeres costarricenses en el trabajo remunerado durante la primera mitad del siglo XX, se sabe que este era escaso. Con base en un estudio del Censo de 1927 se encontró que de las 1.895 personas económicamente activas, sólo un 8.4 % eran mujeres, la mayoría de las cuales se dedicaban a la producción artesanal (pureras, costureras), trabajaban en los beneficios como cogedoras de café, se desempeñaban como cocineras, niñeras o empleadas domesticas o eran maestras de escuela primaria (Gutiérrez y Rodríguez, 1999, p.66).
La práctica del deporte por parte de la mujer occidental ha tenido un enfoque sexista, sustentado en mitos y estereotipos. De hecho el sexo es un factor de discriminación en la práctica deportiva, ya que existen disciplinas que supuestamente son más apropiadas para los hombres y otras que son más convenientes para las mujeres (García y Asins, 1994). Según Barbero la estructuración del deporte a lo largo del siglo XIX en una Inglaterra capitalista, cuya conformación social se fue cimentando en lo industrial y lo urbano, influenciada por el ideal social victoriano, que se creó por parte de la burguesía para modelar el comportamiento de sus hijos varones con base en lo varonil y una visión filosófica que mantenía a las mujeres en una situación de discriminación, alejadas de estas nuevas prácticas de ocio (Barbero, 1993). Estas imágenes se fundamentaban en ideas erradas que se habían gestado dentro de la profesión médica, y que ayudaron a mantener a la mujer alejada del deporte e incluso interiorizar su incapacidad para ejecutar tales actividades.
Para Vázquez la concepción histórica del cuerpo femenino se sitúa en la base de la educación de la mujer y en concreto de la influencia de la educación física a la que ha estado subyugada. Tradicionalmente la imagen histórica de la mujer ha sido biologista y ha estado marcada por su sexo genético que le posibilita la capacidad de procrear. Esto ha impedido que la mujer no se posesione de su corporeidad desde la libertad personal, propiciándose, en cambio, la idea de que el cuerpo de la mujer no es un cuerpo para ella sino un cuerpo para los demás: primero como madre y receptora de los hijos; luego como conquista y posesión del varón para el que debe estar bella y se debe preservar; y por último, como reproductora de la propia sociedad (Vázquez, 1987, p. 14 y posteriores). La imagen de femineidad victoriana le imponía a las mujeres a conservarse frágiles y elegantes, sin adquirir las capacidades propias de unas deportistas: la fuerza, resistencia, independencia y actividad (Díez, 2006).
Fundamentado en todo lo anterior, es que el presente artículo tiene como objetivo estudiar los principales hechos históricos de la práctica social femenina del fútbol en Costa Rica, desde sus inicios en 1924 hasta el año 2015. Con esto se pretende explicar qué papel desempeñó el balompié femenino en el rompimiento en el país del esquema victoriano de la ejecución del deporte, al practicar la mujer un deporte de combate ― como se le llamaba en la época ― o de equipo considerado como de control absoluto de la masculinidad. Asimismo se pretende precisar cómo la mujer costarricense paso de ejecutar disciplinas deportivas aprendidas en el ámbito privado como el patinaje, la equitación, el ciclismo, el boliche, el cricket y el golf, a deportes en equipos dominados por los hombres, lo que permitió el inicio de la igualdad de género en la práctica deportiva en Costa Rica. Con el fin de hacer más comprensible la historia del fútbol femenino costarricense, esta se ha dividido en tres períodos: el primero estudia los inicios del balompié femenino en Costa Rica entre 1924 y 1949, el segundo corte histórico analiza los intentos de propagación del fútbol femenino en Costa Rica entre 1950 a 1988, por último, en el período de 1989 a 2015 se describe la situación histórica actual en la que se encuentra esta disciplina en el país.
2. Los inicios del balompié femenino en Costa Rica (1924-1949)
El fútbol nació como un espacio de dominio y control absoluto de la masculinidad, conformándose la mujer con participar en actividades como la expectación, entrega de premios, elaboración de banderas de las asociaciones deportivas, sirviendo de recepcionista en las fiestas de los clubes, preparando comidas, o bien, algunas de ellas eran homenajeadas con un partido (Caspistegui, 2006, pp.255-256 y Urbina, 2001, p.205). A modo de ejemplo se tiene que, para finales de enero de 1909 doña Ramona A. viuda de Urrutia, obsequió una copa de plata para que se la disputaran en un partido los centros balompédicos Club Ramonense y el Progreso de Grecia (El Noticiero, 28 de enero de 1909, p.1).
Para mediados de enero de 1924, el Club Sport La Libertad ― principal asociación deportiva de trabajadores del país, donde militaban los más destacados maestros de las disciplinas deportivas ― acordó establecer su Liga Feminista Deportiva, instando a las señoritas amantes del deporte y de la educación femenina a inscribirse (La Prensa, Sábado 19 de enero de 1924, p.2). Para tal efecto los libertarios invitaron a algunos miembros de la Liga Internacional de Mujeres Ibéricas e Hispanoamericanas, “ya que era un deber de patriotas, levantar el espíritu de la raza, y contribuir a la fortaleza física de los pueblos hispanoamericanos (Diario de Costa Rica, Viernes 8 de febrero de 1924, p.3).” Frente a este dato es importante aclarar cuál fue el proceso histórico que le permitió a la mujer nacional acceder a la igualdad en el ámbito deportivo al practicar dos disciplinas deportivas de dominio de la masculinidad. Debe entenderse que el énfasis puesto en la educación de la mujer ― principalmente de la mujer trabajadora ― se inscribía dentro de la constante preocupación por la instrucción que caracterizó a la cultura artesana-obrera desde las últimas décadas del siglo XIX, ya que se consideraba a la educación como un instrumento de transformación y de mejoramiento social (Oliva, 1985-1986, pp.12 y 13 y pp.129-149, y Oliva, 1985, pp.135-139). Las obreras urbanas que se habían insertado en el mercado laboral, gracias al desarrollo del capitalismo agrario, accedieron a una educación alternativa, a través de escuelas nocturnas de artesanos, bibliotecas populares y lecturas en voz alta de periódicos y libros diversos (Mora, 1993, pp.67-77).
La educación pública dada a las mujeres tenía como objetivo fundamental lograr que las mujeres manejaran todo lo relativo a la reproducción de la fuerza de trabajo (Silva, 1989). El contacto con la educación llevó a una mayor toma de concientización social y política para las mujeres. Las maestras que se formaron a finales del siglo XIX y principios del XX van a asumir una posición de resistencia social y lucha política sin parangón en el país. Las mujeres, durante los años veinte del siglo pasado, empiezan a asumir un lugar importante en las luchas políticas del período de estudio, sobresaliendo su participación en la lucha política y cívica contra la dictadura de los Tinoco entre 1917 y 1919 (Rodríguez, 2002, pp.111-130).
Según se ha visto fueron las maestras las que comienzan a tener participación en el espacio público y en la vida política, lo que les permitirá ejercer su derecho a la ciudadanía. La participación de la mujer costarricense en la práctica del balompié está ligada inexorablemente a las luchas por la igualdad de género. Posiblemente, el espacio organizativo más destacado de las mujeres durante las primeras décadas del siglo XX, lo constituyó la Liga Feminista en 1923, la cual estaba integrada por mujeres de clase media y alta, intelectuales, maestras, estudiantes y graduadas del Colegio Superior de Señoritas.
A finales de setiembre de 1926, varias jóvenes josefinas estaban empeñadas en formar varios equipos de fútbol, con el fin de efectuar una serie de partidos en el Estadio Nacional (La Prensa, Miércoles 22 de septiembre de 1926, p.2). Posteriormente, en la mañana del miércoles 8 de diciembre de 1926 se llevó a cabo en La Sabana, la inauguración del campo de juego del Centro Araucano. A este acto asistieron varias socias fundadoras de este club balompédico (La Prensa, Jueves 9 de diciembre de 1926, p.1). Entre ellas sobresalieron las señoritas Hilda Carranza y Alicia Jiménez (Diario de Costa Rica, Viernes 10 de diciembre de 1926, p.2). El presidente de esta asociación deportiva era el Lic. Alejandro Aguilar Machado (El Mundo, Sábado 11 de diciembre de 1926, p.2). La bandera de este centro era de color azul con una estrella (La Tribuna, Viernes 10 de diciembre de 1926, p.6), que es la misma del pueblo Mapuche que expulsó de sus territorios a los conquistadores españoles durante la guerra del Arauco en el siglo XVI. Esto permite señalar la visión antiimperialista de los fundadores de este centro deportivo. Según se ha podido constatar, el fútbol femenino costarricense es el primero en aparecer en la región centroamericana, ya que en Guatemala surgió en 1927 (Urbina, 2007, p.85).
La participación de la mujer en el fútbol responde a la introducción en el país de nuevas formas de sociabilidad urbana, donde su protagonismo en el deporte es aceptado y necesario en la regeneración de la “raza” nacional. La necesidad de mejorar el nivel físico de la mujer ― principalmente en su papel de concebidora de hijos saludables ― hizo posible que la identificación exclusivamente masculina con la práctica del balompié, fuera perdiendo terreno ente la necesidad de una mayor participación de la mujer en el deporte. Los gobernantes de principios del siglo XX creía que en vez de fomentar la inmigración de extranjeros, Costa Rica debía fomentar la “auto-inmigración” es decir, llevar al máximo la producción y la reproducción nacional por medio de una baja en la tasa de mortalidad infantil y la implementación de medidas moral y biológicamente sanitarias en todo el país. Esta visión racista se extendió entre las clases populares costarricense a principios del siglo XX y de que en las décadas de 1910 y 1920 fue acogida entre obreros y artesanos (Díaz, 2011, p.103 y Piel y Taracena, 1995, pp.75-85). Con toda la información brindada acerca del origen del balompié femenino costarricense, se matiza lo señalado por Elías Zeledón en cuanto a que Deportivo Femenino Costa Rica F.C. de 1949 es el primer equipo de fútbol de mujeres del país y del mundo (Zeledón, 1999 y Calvo, 2014). A nivel mundial es en 1894 cuando Nettie Honeyball, funda el primer club deportivo de fútbol femenino llamado British Ladies Football Club (“History of Women’s Football”. Recuperado en http://thehistoryofwomensfootball.com/1800s.html el 21 de enero de 2016).
La participación de la mujer costarricense en el fútbol hizo que esta disciplina se consolidara a nivel nacional. El balompié desde sus inicios en el país en 1899 fue un deporte con características especiales para el costarricense: introduce el elemento de representación nacional y la lucha deportiva entre el grupo dominante y el sector trabajador, factores que diferencian al fútbol de las demás disciplinas deportivas que se venían practicando a finales del siglo XIX, las cuales eran ejecutadas entre individuos pertenecientes al mismo grupo social. Otro factor que marcó la diferencia en el fútbol es que fue el primer deporte al que asiste un Presidente de la República, lo que posiblemente le haya imprimido un carácter oficial y de interés nacional, aunque es probable que también haya sido un medio para ganar popularidad y hacer buena imagen (Urbina, 2001, pp.109-110).
Después de 1926 pasaron varias décadas sin que se tuviera noticias sobre el fútbol femenino en el país. Según Elías Zeledón, es hasta en 1949, que los hermanos Manuel Emilio y Fernando Bonilla Alvarado, se reúnen en la Paulina de San Pedro de Montes de Oca con un grupo de muchachas y toman la determinación de fundar un equipo balompédico femenino. El mismo se estableció el 19 de marzo de 1949 con el nombre de Deportivo Femenino Costa Rica F.C. (Zeledón, 1999, p.17). Sin embargo, debido a los prejuicios existentes, las integrantes de la mencionada asociación deportiva practicaron el balompié durante un año, en forma oculta en una finca particular.
Para el domingo 20 de noviembre de 1949, se realizó en el Estadio de la Liga Deportiva Alajuelense una cuadrangular de fútbol masculino, entre el Independiente de Tres Ríos y un equipo de Grecia, ganándola el primer club antes citado. En este evento participaron dos señoritas que sirvieron como jueces, las cuales eran: Flory Esquivel y Noemí Alpízar (La Nación, Martes 22 de noviembre de 1949, p.14).
3. Los intentos de propagación del fútbol femenino en Costa Rica (1950-1988)
Aunque la mujer costarricense se fue abriendo paso en el campo deportivo ― en gran parte de este período de estudio ― por esfuerzo propio, existieron visiones sociales de índole machista que no veían bien la práctica femenina del deporte, como por ejemplo, la influencia victoriana. Durante la década de los cincuenta y sesenta en el país, la modernización resaltaba a nivel moral el cuerpo de la mujer gruesa, la cual era considerada como buena esposa. La mujer gruesa al saber que era menos atractiva que la mujer esbelta, se esforzaría por todos los medios posibles, para conservar a sus maridos, porque si se quedan sin ellos, les será muy difícil conseguir un nuevo compañero (González, 2005, pp.136-137).
El control estatal de la sociabilidad en Costa Rica entre 1950-1971 se centró principalmente en la censura a espectáculos públicos y en la centralización y dirección de la actividad deportiva, siendo el fútbol la principal disciplina promocionada con el fin de modernizarla y mantener la jerarquía de clase. El balompié comenzó su modernización y profesionalización dirigida por algunos políticos y comerciantes — que controlaban el Estado — los cuales en su afán de comercializarlo no vislumbraron la estructuración de una planificación urbana coherente. Esto trajo la pérdida de espacios de sociabilidad comunal ― como las plazas de deportes ― afectando negativamente la confirmación y defensa de las Identidades locales, y la calidad de vida de los costarricenses, lo que también demostró el interés estatal de promover la expectación de este deporte en los estadios. La práctica del deporte se comienza a consolidar en las primeras décadas de la segunda mitad del siglo XX. Lo anterior se reflejó en el descomunal incremento en importaciones de implementos deportivos, pasando de ¢ 178.735,14 en 1950 a ¢ 4.667.008,57 en 1960. La década de los sesentas se constituyó en el decenio de consolidación de la práctica deportiva en Costa Rica, lo que se evidencia con el casi constante aumento de las importaciones, las cuales pasaron de ¢ 438.274,77 en 1961 a ¢ 730.342,90 en 1968 (Urbina, 2006, pp.189-197).
Una vez concluida la Guerra Civil de 1948, el Estado adopta una serie de medidas reformistas que tienen como objetivo el mejoramiento de la calidad de vida de amplios sectores de la población, lo que da lugar a un constante crecimiento de la matrícula, sobre todo en la enseñanza primaria, pero también en la secundaria y la universitaria; un aumento de la expectativa de vida y la disminución de la mortalidad infantil, un mejoramiento de las redes de agua potable y alcantarillado. Esto dio como resultado una mejora de las condiciones higiénicas de la población; un crecimiento constante de los salarios reales, una distribución del ingreso más equitativa, sobre todo en los sectores medios de la población, que aumentó del 34 % al 44 % (Cuevas, 1995, p.8).
Durante los años de estudio la mujer costarricense comenzó a tomar control de su maternidad a través del uso de la píldora anticonceptiva (Cartín, 2001-2002). Según Jessica Ramírez la modernización que experimenta el país a partir de 1950, hizo que la construcción de la identidad femenina de las mujeres de los barrios del Sur de San José de los sesenta y setenta, se viera marcada por varios factores, por ejemplo la sociedad de consumo que tuvieron frente a sí mismas, también de las nuevas opciones de recreación que había. Los cambios experimentados en el país, se vivieron, entonces, como una oportunidad para dar nuevos pasos en la experiencia de vivir más allá de las puertas del hogar, pues el trabajo desde los partidos políticos, en comités de la comunidad u otros asociados a la idea de participación, crearon las opciones que ellas necesitaron para vivir nuevas experiencias. Desde adolescentes se acostumbraron a viajar hacia el colegio, y aunque no terminaron sus estudios, socializaron mucho más que sus madres. Junto a esto, muchas de ellas aprovecharon los beneficios del trabajo urbano y se sumaron a la fuerza laboral, lo que les enseñó no sólo a desplazarse fuera del barrio sino a manejar y controlar dinero (Ramírez, 2010, pp.144-147). El acceso a la educación y al mundo laboral hizo que la mujer nacional comenzara a visualizar una ampliación mental en cuanto a su concepción patriarcal de la vida. La participación de las mujeres en la población económicamente activa paso de un 15.4 % en 1950 a un 22.3 % de los ocupados en 1984 (Gutiérrez y Rodríguez, 1999, p.70).
Después de 1950 es evidente la expansión que experimenta el sector educativo, la cual llegó principalmente al sector urbano, de clase media, el cual aprovechó la inversión pública realizada en infraestructura: escuelas, colegios, carreteras y caminos que comunicaran rápidamente a San José. El nivel de “progreso” que estaba alcanzando el país (construcción de plantas eléctricas, hospitales, puentes, etc.) exigía la modernización educativa. Por tal razón, se hizo necesaria una población con conocimientos técnicos y comerciales que trabajara en el sector secundario, máxime cuando el sistema capitalista, todavía en expansión mundialmente, propició la inversión extranjera en las naciones subdesarrolladas, por lo que se hizo necesario crear condiciones óptimas (infraestructura, mano de obra calificada, etc.) para atraer esa inversión (Ramírez, 2010, p.74).
Durante los años de estudio, el deporte femenino experimenta cierto desarrollo y promoción nacional debido a que el Estado impulsó una política deportiva a través del Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes y con la creación de los Juegos Deportivos Nacionales, los Juegos Estudiantiles y los Juegos Laborales. El Estado trató de masificar la actividad deportiva amparado en un concepto de recreación asociado al de deporte (Rodríguez, 2004, pp.369-370). Empero, este desarrollo deportivo fue frenado debido a la crisis económica de los años ochenta, la cual generó un ambiente de inestabilidad económica en el país que produjo una reducción en el campo de la inversión social. Según Molina, esta reducción fue producto de las políticas neoliberales adoptadas inicialmente por los gobiernos liberacionistas de Luis Alberto Monge (1982-1986) y Óscar Arias Sánchez (1986-2000), para favorecer un cambio económico a favor de los grandes empresarios nacionales y el gran capital transnacional (Molina, 2007). Las políticas de contención del gasto social hicieron que la inversión en educación tuviera un retroceso en el decenio de los ochenta, lo que significó que la inversión real en educación entre 1980 y 1990 se redujera a un ritmo anual del 2% global y del 3,7% per cápita. Esta crisis hizo que en 1990 el sector educativo estatal contara con un 21% menos de los recursos reales de los que disponía en 1979 (Ulate, Montiel, Peralta, Trejos y Sáenz, 2004), y que los docentes experimentaran un deterioro salarial. Asimismo para finales de la década de los ochenta hubo un faltante de docentes.
El día 13 de abril de 1950, el equipo femenino de fútbol del Club Sport La Libertad eligió su directiva, la cual quedó conformada de la siguiente manera: Presidenta, Teresita Muñoz Rojas; Vicepresidenta, Ligia Blanco Castro; Secretaria, Leda Serrano Ramos; Prosecretaria, Norma Elizondo Pérez; Tesorera, Teresita González Mora; Fiscal, Berta Valverde Sequeira; Vocales, Alicia Muñoz Rojas, Dora Blanco, Matilde Carmona Sánchez e Iris Meléndez Chaves. Entrenadores: Humberto Campos Rojas y Eduardo Rojas Quesada. Representante: Hernán Campos Rojas. Masajista: Néstor Núñez Monge (Diario de Costa Rica, Viernes 30 de junio de 1950, p.7). La elección de la directiva de esta asociación balompédica femenina motivó a otras a organizarse y a concertar partidos.
Los promotores del balompié femenino nacional tuvieron la tarea de fomentarlo por Centroamérica. El domingo 30 de abril de 1950, una selección de 30 jugadoras del Deportivo Femenino Costa Rica F.C. partió hacia Panamá donde jugaría en el Estadio Olímpico un partido contra un equipo de ese país (La Nación, Domingo 30 de abril de 1950, p.14). El juego quedó empatado a un gol por equipo (La Nación, Miércoles 3 de mayo de 1950, p.20). Para el 10 de setiembre de 1950, el equipo del Club Sport La Libertad salía de viaje a El Salvador donde jugaría dos partidos en el Estadio Flor Blanca y uno en Santa Ana. Las libertas llevarían dos equipos para jugar entre sí, pues en El Salvador no se practicaba el fútbol femenino. El 13 de agosto, el Club Deportivo Lourdes celebró un partido (Diario de Costa Rica, Martes 22 de agosto de 1950, p.7). Para el 15 de agosto del año en mención, los clubes femeninos de fútbol Evita Perón y el del Club Sport La Libertad trataban de concertar para ese día un encuentro en el Estadio Nacional. Habían tratado de jugar con el Costa Rica pero los dirigentes de este último, habían puesto diversos motivos para no jugar con los clubes antes citados (Diario de Costa Rica, Martes 1 de agosto de 1950, p.7).
El 30 de agosto, salieron rumbo a la isla de Curazao las integrantes del club balompédico femenino Costa Rica F.C., las cuales jugarían dos encuentros con motivo del jubileo de la reina de Holanda (Diario de Costa Rica, Jueves 31 de agosto de 1950, p.7). Aunque el verdadero motivo del viaje era el zanjar diferencias suscitadas en un partido entre el seleccionado de Curazao y las jugadoras del Club Femenino Costa Rica F.C. Las nacionales jugaron un partido en el Estadio Rif entre sus equipos Azul y Rojo. El marcador final fue de 3 goles contra 2 a favor de las rojas. El encuentro fue dedicado a la señora María Penón de Abbad, cónsul de Costa Rica en Curazao. Este fue el primer partido de balompié femenino que se jugó en esa isla (La Nación, Jueves 14 de setiembre de 1950, p.18). Para finales de setiembre de 1950, la comisión de festejos cívicos de San José, trataba de organizar una serie de partidos internacionales de fútbol femenino con el Club Deportivo Femenino Costa Rica F.C. Asimismo, se tiene conocimiento que el Club Sport Independiente F.C. de Montes de Oca preparaba para el 1 de octubre del año en mención un grandioso baile en honor del club femenino de fútbol Costa Rica, en la casa de habitación de la familia di Palma, 250 varas al este de la iglesia de San Pedro de Montes de Oca (La Nación, Viernes 29 de setiembre de 1950, p.14). Una semana después, el Club Sport Cartaginés brindó un magnífico baile en honor de la asociación balompédica femenina antes citada (La Nación, Viernes 6 de octubre de 1950, p.15).
El domingo 8 de octubre del mencionado año, a las 11 de la mañana, en el estadio del Club Sport Cartaginés, se realizó un partido entre los equipos de los clubes Costa Rica y el del primero antes señalado (Diario de Costa Rica, Domingo 8 de octubre de 1950, p.11). Cuatro días después, en el Estadio Nacional de La Sabana se efectuó un partido entre los equipos Evita de Perón y Club Sport La Libertad (Diario de Costa Rica, Miércoles 11 de octubre de 1950, p.7). Las alineaciones para ese partido eran las siguientes: Deportivo Evita Perón: Grace Montero, portera; Consuelo Tadd y Emilce Delgado en la defensa; Aída Sánchez, Socorro Salas y Zoila Vega en la línea media; Nelly Madrigal, Norma Zúñiga, Amalia Herrera, Baby Chinchilla y Haydee Porras en la delantera. Club Sport La Libertad: Virginia Brenes, portera; Dora Blanco y Matilde Carmona en la defensa; Elia Vega, Bertilia Castro y Ligia Blanco en la línea media; Berta Valverde, Iris Meléndez, Teresita Muñoz, Alice Muñoz y Virginia Navas en la línea delantera. El árbitro del encuentro era don Julio Güell. El partido fue ganado por las libertas por dos goles contra cero. Para el 12 de octubre, el club Costa Rica preparó un baile en los salones de los altos de la Soda Díaz, en honor de los equipos balompédicos femeninos del Club Sport La Libertad y del Evita Perón. Además, se sabía que la señora Zoraida Bolaños de Castro era la fundadora del Evita Perón (La Nación, Domingo 8 de octubre de 1950, p.19).
Para el 14 de octubre de 1950, bajo la dirección de los hermanos Humberto y Hernán Campos Rojas, salieron hacia puerto Limón dos equipos de fútbol femenino del Club Sport La Libertad. Jugaron blancas contra rojas siendo el triunfo para las primeras por 3 goles contra 2 (Diario de Costa Rica, Miércoles 18 de octubre de 1950, p.7). A principios de noviembre, en Guadalupe se fundó el club balompédico Juventud Femenino Guadalupano, dirigido por Hermenegildo Segura, Marco Tulio Jara F., Trinidad Rodríguez y Luis Diego Rojas C. Las señoritas que componían esta asociación deportiva eran: Margarita López, Mara de los Ángeles Mora C., Elizabeth Retana, Ruth Jiménez, Ángela Rodríguez, Herminia Rodríguez, Alicia Rojas, Huka Méndez, Cecilia Calvo Chanto, Blanca Fernández y Edith Zeledón. Este club haría su debut en las fiestas patronales de Guadalupe de 1950 (Diario de Costa Rica, Domingo 19 de noviembre de 1950, p.15). El 7 de diciembre, el equipo femenino del Club Sport La Libertad derrotó al Costa Rica F.C. por 3 goles contra 1. El partido fue dedicado en honor a don Ricardo Saprissa (Diario de Costa Rica, Domingo 10 de diciembre de 1950, p.12).
El domingo 4 de marzo de 1951, se realizó un partido entre las oncenas femeninas del Evita Perón y de La Libertad (La Tribuna, Domingo 4 de marzo de 1951, p.15). A mediados de mayo, en el Estadio Escolar de la ciudad de Guatemala se realizó el primer encuentro internacional de fútbol femenino, celebrado en el continente americano. El primer encuentro jugado entre el Costa Rica F.C. y el equipo representante de Guatemala. El partido fue ganado por las nacionales por un marcador de 6 goles contra 3. Las anotadoras por el país fueron Dora di Palma, y otras dos de apellidos Meléndez y Valverde (Diario de Costa Rica, Martes 15 de mayo de 1951, p.7). El segundo partido lo ganaron las costarricenses por 3 goles contra 0 (Diario de Costa Rica, Domingo 20 de mayo de 1951, p.12). Para finales del mismo mes, se creó la asociación balompédica masculina Club Sport Guatemala que incluía en su directiva a las señoritas María de los Ángeles Romero, María Eugenia Araya y Lyta Zúñiga (Diario de Costa Rica, Miércoles 23 de mayo de 1951, p.7). El 20 de abril de 1952, se realizaría un partido en el Estadio de Palmares entre los equipos femeninos de los clubes Sport La Libertad y República de México. El evento se dedicaría a la artista internacional Sofía Álvarez, quien haría el saque de honor (La Nación, Viernes 18 de abril de 1952, p.20).
Para el domingo 22 de abril de 1956, se llevó a cabo en el Estadio Rohrmoser el partido entre los equipos del Independiente y del América. El encuentro era dedicado al deportista don Ernesto Rohrmoser y su esposa. El encuentro terminó empatado a un gol, siendo Grace Mora la anotadora por el Independiente y Teresita Rivera por el América (La República, Martes 24 de abril de 1956, p.16). La mujer no sólo participó en la práctica del fútbol sino que comenzó a tomar parte en la directiva de clubes balompédicos masculinos. Tal es el caso del Deportivo Imprenta Nacional, quien para 1956 incluía entre los miembros de su directiva como madrina y secretaria de correspondencia a Virginia Arce C. (La República, Jueves 2 de agosto de 1956, p.24). Para el domingo 14 de setiembre de 1958, partían hacia Guatemala los locutores deportivos Franklin Monestel Vincenzi y Pedro Quirce Clará, Ambos eran dirigentes de la Asociación Femenina de Fútbol y acompañarían a los equipos del Independiente y del América (Diario de Costa Rica, Sábado 13 de setiembre de 1958, p.10). A principios de diciembre de 1958, la Comisión de las Fiestas Cívicas de San José en su parte deportiva, que era presidida por el Lic. Virgilio Calvo, incluyó como uno de los números más atractivos de su programa, un partido de fútbol femenino entre los clubes América e Independiente, en el Estadio Nacional, con entradas gratis para el público. Esto se hacía con el fin de dar a conocer el balompié femenino entre la afición que asistía al Estadio Nacional, la cual era masculina en su totalidad (La República, Martes 2 de diciembre de 1958, p.11).
El 15 de setiembre de 1959, en el Estadio Alejandro Morera Soto de Alajuela se llevó a cabo un partido entre los equipos josefinos el Independiente y el Odeca, las señoritas del primer equipo lucían un uniforme con una camiseta de color rojo, en tanto que las del Odeca una de color azul. Ganaron las del Independiente por 2 goles contra 0. El partido fue dedicado a los hijos de don José Llobet, presidente de la Liga Deportiva Alajuelense (Diario de Costa Rica, Viernes 18 de setiembre de 1959, p.18). El 15 de agosto de 1961, se efectuó un partido entre los equipos Sanyo y Deportivo Femenino Costa Rica F.C., el cual fue ganado por este último por 2 goles contra 0. Este fue un juego telonero al partido entre el Real Madrid y el Deportivo Saprissa (La Nación, Miércoles 16 de agosto de 1961, p.31). A finales de noviembre de 1961, retornaron al país los equipos de los clubes Odeca e Independiente, luego de haber realizados una serie de partidos en El Salvador y Honduras. Destacaron las goleadoras Krissia Quesada del Odeca y Saddy Castro del Independiente, con cuatro goles cada una (La República, Miércoles 29 de noviembre de 1961, p.13).
Los partidos de exhibición que hicieron los clubes Odeca e Independiente en Honduras, hizo que se fundara un equipo balompédico femenino en ese país. Lo anterior impulsó a la Asociación Femenina de Fútbol de Costa Rica a organizar el Primer Campeonato Centroamericano de Fútbol Femenino, que se jugaría en San José, en febrero de 1962, entre los dos clubes costarricenses y la selección de Honduras. Este campeonato se le dedicó al Director General de Deportes don Antonio Escarré (La República, Viernes 1 de diciembre de 1961, p.12). El domingo 18 de febrero de 1962, a la 1:00 p.m. se realizó un partido en el Estadio de Grecia entre el Odeca y el Independiente. Este evento fue organizado por el profesor José Luis Soto (La Nación, Domingo 18 de febrero de 1962, p.73).
A principios de los años sesenta, Franklin Monestel, organizó el primer campeonato de balompié femenino donde participaron cinco equipos: Universidad de Costa Rica, Independiente, América, Puntarenas y Limón. Este último equipo se convirtió en el primer campeón del fútbol femenino. En 1970 Monestel llevó a una selección de los equipos América e Independiente a Venezuela, donde ocuparon el segundo lugar en una competencia deportiva (Rojas, 1989, p.43).
A finales de octubre de 1967, la Asociación Deportiva Ramonense conformó su Ala Femenina. Esto se hizo para colaborar a nivel económico con ese club balompédico, así como el de imprimir a la mujer ramonense el entusiasmo por la práctica del fútbol (La Nación, Lunes 30 de octubre de 1967, p.37). Hacia mediados de noviembre de 1968, se fundó el Deportivo Israel F.C. en el valle de La Estrella, con el fin de participar en la Liga Nacional Filial de Limón. Cabe destacar que entre la directiva de esta asociación deportiva la señorita Cintia Stone Lacayo fungía como secretaria (La República, Jueves 14 de noviembre de 1968, p.32). El domingo 10 de octubre de 1971, se realizó en el Estadio Juan Gobán de Limón un partido entre los equipos “Estrella Roja” de Limón y “Atún Tesoro del Mar” de Puntarenas. El partido lo ganó el equipo limonense por goles contra uno. Un señor de apellido Solano entrenó por dos semanas al “Estrella Roja”, siendo este su primer partido y contando con un gran apoyo por parte del público limonense (La República, Jueves 14 de octubre de 1971, p.26).
El balompié femenino durante los años de estudio experimentó un gran decaimiento en su práctica, sin embargo, se sabe que el 22 de octubre de 1977, se efectuó en la Escuela Laboratorio de Deportes, de la ciudad de Cartago, competencias de este deporte, las cuales fueron coordinadas por Roger Figueroa (La República, Sábado 22 de octubre de 1977, p.17). Asimismo, en 1977, en el programa de eventos deportivos de los Segundos Juegos Deportivos para la juventud organizada y no organizada de la provincia de Cartago, se contemplaban varios partidos de fútbol femenino (La República, Lunes 24 de octubre de 1977, p.23). A finales de julio de 1982, la Compañía Interfashion Industrias S.A. celebró el “Día de la Costurera” con encuentros futbolísticos femeninos entre sus empleadas. Las ganadoras fueron las que integraron el equipo “Planta 1” (La República, Sábado 31 de julio de 1982, p.19).
4. Rompimiento de prejuicios, desorganización y marginación mediática: El fútbol femenino en Costa Rica (1989-2015)
Durante los años de análisis de éste apartado, en Costa Rica con la avalancha de la globalización cultural neoliberal, la cultura del consumo comenzó a influenciar más fuertemente en todos los habitantes del país. Para Rafael Cuevas y Andrés Mora, la cada vez más evidente segmentación social, la presión por satisfacer aspiraciones consumistas exacerbadas; el creciente transito y consumo de drogas; la prevalencia de valores promovidos por la ideología liberal como el individualismo, la actitud competitiva, la identificación de la realización personal como el éxito económico y la felicidad con la riqueza material; la violencia como forma de resolución de conflictos se han entronizado en el imaginario costarricense convirtiéndose en su sentido común, y se convierte en la base de su nuevo modelo de identidad (Cuevas y Mora, 2013, p.220).
La participación de la mujer costarricense en el mundo laboral durante los años de estudio experimentó un proceso de crecimiento. En la década de los setenta la participación femenina en el mercado laboral costarricense era menor al 20% de las mujeres en edad de trabajar. Para 1990 su participación era de un 30,3%, proporción que aumentó a 35% en el 2000 y a un 41,7% en el 2008. Sin embargo, este incremento de la participación femenina no siempre se ha dado en condiciones de calidad, ni tampoco al margen de crecientes tensiones entre el trabajo remunerado y no remunerado, o entre la vida laboral y la familiar. Aún cuando posean mejores grados de calificación que los hombres, las mujeres enfrentan con mayor frecuencia problemas de desempleo, subempleo, brechas de ingresos y acceso a recursos productivos, que afectan sus derechos y oportunidades de desarrollo personal y profesional (Tendencias recientes de la inserción femenina en el mercado laboral en Costa Rica, 2009, p.4).
Con respecto al acceso de la educación se evidencia que, las mujeres son las que logran alcanzar mayores niveles de escolaridad. Según el Estado de la Nación, esta mayor equidad de género a nivel educativo, es una muestra de que “la inversión en educación realizada por el país logró mejorar la participación femenina en el sistema educativo y revertir la inequidad de género en el ámbito de la cobertura (Programa Estado de la Nación, 2013, p.12).” Empero, el incremento de la participación de las mujeres en el ámbito laboral supone enfrentar retos importantes como la creación de nuevas oportunidades de empleo de calidad tiene que estar asociada al desarrollo de condiciones laborales propicias que fomenten el potencial laboral de las mujeres mediante su sana participación en el mercado de trabajo, contribuyendo con su bienestar personal y la calidad de vida de sus familias. Asimismo, se debe fortalecer las acciones de protección efectiva y promoción de los derechos laborales de las mujeres tanto en el sector público como en el privado, así como los mecanismos de defensa de los derechos laborales de las mujeres. Además, es necesario promover en el sistema educativo el conocimiento y sensibilización sobre los derechos de las mujeres para el desarrollo cultural de los niños y niñas, procurando el fortalecimiento de sus valores y cerrar brechas sociales por cuestión de género, contribuyendo a lograr una sociedad más igualitaria y equitativa (Ministerio de Planificación Nacional y Política Económica, 2009, p.23). La incorporación de las mujeres al mundo del trabajo asalariado a través de la industria textil, pone su impronta en el orden de la cultura de forma importante, debido a que le da a la mujer capacidad de consumo propio, independiente del varón, y la incorpora como consumidora, la aleja de las tareas tradicionales del hogar produciendo transformaciones estructurales en la familia; incide en los patrones de masculinidad y feminidad y recompone los roles tradicionales (Cuevas y Mora, 2013, p.236).
En abril de 1989 fue creada la Asociación Deportiva de Fútbol Femenino (ADEFUFE) por los integrantes del equipo Costa Rica. La presidente de esta asociación era Ruth Hernández, quien consideraba que esta disciplina deportiva merecía mayor apoyo por parte del Estado, ya que sólo contaba con la colaboración de Franklin Monestel, quien organizaba todos los eventos en que participaban (Rojas, 1989, p.43 y s.a., 1997, p.42). El equipo Costa Rica estuvo en agosto de 1989 en México, invitado por la embajada de ese país. Las costarricenses participaron en una triangular dedicada a la primera dama de ese entonces doña Margarita Penón de Arias. Acerca de la auto percepción que tenían las jugadoras de balompié sobre la práctica de este deporte, se tiene la emitida por Ilse Alfaro, quien en 1989 contaba con 24 años: “Cuando se entra el terreno de juego una se despreocupa de la gente, ya que unos llegan a curiosear, otros apoyan y algunos lo que hacen es criticar, pero eso no importa porque lo que vale es que uno se sienta bien (Rojas, 1989, p.43).” Nury Romero, volante de 22 años, enfatizaba que a las mujeres siempre les ha gustado el fútbol pero que, por las apariencias, no lo han practicado: “…que no les dé miedo practicarlo, que lo intenten; dejen a un lado la vergüenza y sean ustedes mismas. Al fin y al cabo, nada se pierde intentándolo (Rojas, 1989, p.44).”
Sobre la selección nacional femenina de fútbol de 1991 se sabe que era dirigida por Guillermo Soto. Porteras: Marta Fernández (D. Costa Rica), Margaret Pinnock (Lucema) y Floribeth Corrales (D. Costa Rica). Defensas: Karla Alemán (Lucema), Juliana Calderón (Lucema), Marjorie Fernández (Lucema), Dania Jiménez (Las Saetas), Zaida Molina (Las Saetas), Guiselle Rodríguez (D. Costa Rica) y Nuria Zúñiga (D. Costa Rica). Mediocampistas: Marta Blanco (Las Saetas), Marta Boza (San Carlos), Emilia Carmona (D. Costa Rica), Eylin Castro (San Ramón), Jeanette González (Guácimo), Belén Loría (Las Saetas), Marisol Mayorga (Las Saetas) y Mariam Villalobos (Guácimo). Delanteras: Jeanette Alfaro (San Carlos), Maritza Álvarez (D. Costa Rica), Xinia Contreras (Lucema), Milly González (Guácimo), Maricel Jaén (Saprissa), Ivonne Jiménez (Saprissa) y Flor Villalobos (D. Costa Rica) (La Nación, Miércoles 20 de marzo de 1991, p.42A).
En octubre del 2000 el Liceo de Cariari de Pococí ganó en forma invicta el campeonato de balompié femenino de los IV Juegos Deportivos Estudiantiles Centroamericanos que se realizaron en El Salvador. Mientras que el cetro de fútbol femenino de la categoría C del evento antes mencionado, quedó en el Colegio de Cañas Dulces de Liberia, al vencer 2 goles por 1 al Colegio Artístico Felipe Pérez Pérez de la misma ciudad. La entrenadora del equipo de Cañas Dulces, Margarita Montero, señaló que uno de los factores para quedarse con la medalla de oro consistió en el empeño de sus pupilas para vencer los obstáculos que la sociedad impone contra las mujeres que practican el fútbol (La Nación, Martes 17 de octubre de 2000, p.42A).
En el 2014, Rodrigo Calvo señalaba en su artículo: “El fútbol femenino en el primer plano”, que en 1999, la Sub-21 de Costa Rica hizo historia al alcanzar la medalla de oro en el torneo de fútbol femenino de los Juegos Panamericanos de Winnipeg, Canadá. También se obtuvo la presea de oro en los Juegos Centroamericanos del 2001 y 2013 (Calvo, 2014). Sin embargo, la información brindada por Calvo no es completa, ya que al analizar la participación del fútbol femenino nacional en todas sus categorías y en competencias regionales y mundiales esta no ha sido muy satisfactoria, lo cual se puede ver en el Cuadro Nº 1:
Cuadro Nº 1. Posición de Costa Rica en competencias de fútbol femenino (1991-2015)
Competencia |
Año de realización |
Posición |
Pre Mundial Femenino CONCACAF de Haití |
1991 |
Sexto Lugar |
Campeonato Femenino de la CONCACAF de Canadá |
1998 |
Tercer Lugar |
XIII Juegos Panamericanos de Winnipeg |
1999 |
Tercer Lugar |
Pre Mundial Femenino CONCACAF de Panamá |
2000 |
Sexto Lugar |
VII Juegos Deportivos Centroamericanos de Guatemala |
2001 |
Primer Lugar |
Copa Oro Femenino de la CONCACAF de Estados Unidos y Canadá |
2002 |
Cuarto Lugar |
XIV Juegos Panamericanos de República Dominicana |
2003 |
Quinto Lugar |
Campeonato Femenino Sub-17 de la CONCACAF de Trinidad y Tobago |
2008 |
Segundo Lugar |
Copa Mundial Femenina de Fútbol Sub-17 de Nueva Zelanda |
2008 |
Décimo Quinto Lugar |
Pre Mundial Femenino CONCACAF de México |
2010 |
Cuarto Lugar |
Copa Mundial Sub-20 de Alemania |
2010 |
Décimo Quinto Lugar |
XVI Juegos Panamericanos de México |
2011 |
Sétimo Lugar |
X Juegos Deportivos Centroamericanos de Costa Rica |
2013 |
Primer Lugar |
Copa Mundial Femenina de Fútbol Sub-17 de Costa Rica |
2014 |
Décimo Quinto Lugar |
Pre Mundial Femenino CONCACAF Estados Unidos |
2014 |
Segundo Lugar |
Copa Mundial Sub-20 de Canadá |
2014 |
Décimo Sexto Lugar |
Juegos Panamericanos de Toronto |
2015 |
Quinto Lugar |
Copa Mundial Femenina de Canadá |
2015 |
No pasó de la primera vuelta |
Pre Mundial Femenino UNCAF Sub-20 |
2015 |
No pasó de la primera vuelta |
Fuentes: Datos tomados de las páginas oficiales de la FIFA en http://es.fifa.com/index.html recuperado el 21 de febrero de 2016, de la CONCACAF
en http://www.concacaf.com/es/ recuperado el 21 de febrero de 2016 y de la UNCAF http://uncafut.com/web/ recuperado el 21 de febrero de 2016
Del análisis del cuadro anterior se desprende que entre 1991 y 2015 la selección femenina de fútbol participó en: cinco premundiales (1991, 2000, 2010, 2014 y 2015), un campeonato de la CONCACAF (1998), cuatro Juegos Panamericanos (1999, 2003, 2011 y 2015), dos Juegos Centroamericanos (2001 y 2013), una Copa Oro (2002), un Campeonato Sub 17 (2008), dos Copa Mundial Sub 17 (2008 y 2014), dos Copa Mundial Sub 20 (2010 y 2014) y una Copa Mundial (2015). De las diecinueve participaciones sólo obtuvo el primer lugar en el 2001 en los VII Juegos Deportivos Centroamericanos de Guatemala y en el 2013 en los X Juegos Deportivos Centroamericanos de Costa Rica, lo que equivale a un 10% del total de participaciones.
Con respecto al mal desempeño de la selección femenina de balompié, se tiene que al ser eliminada del Pre Mundial Femenino Sub-20 de la UNCAF del 2015, Rodrigo Calvo en su artículo: “Eliminan a Sub-20 Femenina del Premundial” resaltó: “Un fracaso mayúsculo a la organización, la Fedefútbol,… El cuerpo técnico de este equipo y los dirigentes federativos deben meditar muy bien los pasos a seguir, para no perder lo que se construyó con ellas desde edades tempranas y buscar la manera de poderlas incluir en torneos menores amistosos que se organizan en el mundo, para que no pierdan este crecimiento (Calvo, 2015).” La tendencia a la desorganización en el fútbol costarricense no es nada nuevo, ya que su utilización política no ha permitido su desarrollo deportivo (Urbina, 2009).
En cuanto al tratamiento mediático de la participación de las selecciones nacionales femeninas de fútbol, este ha sido diferenciado a nivel de género, ya que no alcanza el nivel de densidad simbólica que tienen sus homologas masculinas. Al respecto Sergio Villena apunta que, las representación femenina de balompié obtuvo la única medalla que ganó la delegación costarricense en los Juegos Panamericanos de Winnipeg (Canadá, 1999), con un papel mucho más destacado que la selección masculina. Sin embargo, si bien este triunfo fue informado por la prensa, no fue exaltado como suele ocurrir con las victorias de las selecciones masculinas, sobre todo mayores. Algo similar se constató en el ánimo de la afición futbolera: la respuesta fue de indiferencia o, en el mejor de los casos, de una alegría condescendiente (Villena, 2006, 182). Según esto, la representación nacional queda circunscrita a la que la selección masculina represente, sobre esto Villena recalca que, “La Selección” (con mayúsculas) se usa para la selección mayor masculina, mientas que las “otras” representaciones siempre se adjetivan: selección femenina, selección sub-20, etc. Inclusive algunos periodistas usan también la denominación “selección absoluta”, lo que hace suponer que la población se divide entre absolutos y relativos (Villena, 2006, 183).
Los equipos campeones en fútbol femenino de primera división fueron: en 1990: Saprissa, en 1991: Deportivo Lucema, en 1992: Las Guajiras (Guápiles), en 1993, 1995, 1999, 2000, 2005 y 2007: San José, en 1994: Deportivo Costa Rica, de 1996 a 1998: Heredia, en 1999-2000: San José (Rodríguez, 2004, 415). En 2001-2002: Desamparados, en 2003-2004 y 2008: UCEN-Alajuela, en 2006: Mapache-Carrillo, en 2009-2010 y 2010-2011: Arenal-Coronado, en 2012 y 2014-2015: Saprissa FF y en 2013: AD Moravia.
Acerca de las balompedistas más importantes de los Juegos Deportivos Nacionales entre 1997 y 2015 se tiene: en 1997-1999: Ericka Castro (San José), en 2000: Cindy Rodríguez (Alajuela), en 2001 y 2003: Shirley Cruz (San José), en 2002 y 2005: Kandy Mendoza (San José), en 2004 y 2007: (no hubo), en 2006: Dinia Díaz Artavia (Liberia), en 2008: Priscilla Tapia (Liberia), en 2009: Mónica Vargas (Alajuela), en 2010: Isabel Cristina Garro (Alajuela), en 2011: Mariela Campos (Alajuela), en 2012: María Moreira (Alajuela), en 2013-2014: Jazmín Elizondo Villalobos (Moravia) y en 2015: María Ángel Castro Mora (Sarapiquí) (Juegos Deportivos Nacionales. Cuadro de Honor. Atletas más destacados por disciplina y rama. A partir de la edición Limón 1993 hasta Zona Norte 2015, s,p.). El Instituto Costarricense del Deporte (ICODER) al premiar a estas atletas trata de promover el fútbol femenino a un nivel nacional.
5. Conclusión
El fútbol femenino ha contribuido a romper el esquema victoriano de la ejecución del deporte al practicar la mujer nacional un deporte considerado como de control absoluto de la masculinidad. Con esto ha consolidado al balompié como el deporte numero uno de los costarricenses, principalmente porque la mujer no sólo participó en la práctica del fútbol sino que comienza a tomar parte en la directiva de clubes balompédicos masculinos. Así también los promotores de esta disciplina contribuyeron a propagarlo en Centroamérica. Debido al poco apoyo estatal con que contó éste deporte, es que se explica el hecho de que pasaron varios años en que no se tiene noticias de su práctica. Aquí el entusiasmo y entrega de don Franklin Monestel debe resaltarse.
Es necesario que la organización federativa que maneja el fútbol en Costa Rica, supere su utilización política y machista con el fin de que el balompié femenino pueda desarrollarse plenamente. Asimismo, debe brindársele al fútbol femenino el mismo trato que se le da a su homologo masculino, rompiendo así con una consideración machista que ha prevalecido en la historia del deporte costarricense.
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